lunes, 9 de mayo de 2016

COMPARTO...

Después de haber citado al gran poeta MIGUEL HERNÁNDEZ en mi anterior entrada, no puedo evitar el deseo de compartir su "Elegía a Ramón Sijé", una poesía tan triste como hermosa al mismo tiempo. Su belleza es inigualable, sin duda una de las composiciones poéticas más hermosas de la lengua castellana. Quizás como elegía, la mejor. Así lo aseveran varios expertos y yo opino lo mismo. Y cuando parecía que no podría ser aún más bella, JOAN MANEL SERRAT, "El Nano", hizo de este poema una gran canción, acompañándolo de magistrales notas e interpretándolo con su voz como sólo él podía hacerlo. 

Os dejo un vídeo muy apropiado que he encontrado en Youtube, montado por Juanjo Burgales., y más abajo, después del poema transcrito, una actuación en directo de un jovencísmo Joan Manuel interpretando esta tremenda y bellísima obra. Quiero creer también que además de compartir esto con otros que como yo ya conocen tanto la obra del poeta de Orihuela como la del cantautor - gran poeta también él - de Poble Sec, otros que no conocían esta maravilla puedan ahora disfrutarla y compartirla también. Esta obra es a mi entender, una que debería conocer cualquier ser humano con un mínimo de sentimiento. Los de habla hispana, los primeros. Aquí os dejo ya con la obra maestra de Miguel y el hermoso homenaje de Joan Manuel Serrat. ¡Dos grandes!




“Elegía a Ramón Sijé" (Miguel Hernández)

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.) 

Yo quiero ser llorando el hortelano 
de la tierra que ocupas y estercolas, 
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracoles 
y órganos mi dolor sin instrumento, 
a las desalentadas amapolas 
daré tu corazón por alimento. 
Tanto dolor se agrupa en mi costado, 
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado, 
un hachazo invisible y homicida, 
un empujón brutal te ha derribado. 

No hay extensión más grande que mi herida, 
lloro mi desventura y sus conjuntos 
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difunto, 
y sin calor de nadie y sin consuelo 
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo, 
temprano madrugó la madrugada, 
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada, 
no perdono a la vida desatenta, 
no perdono a la tierra ni a la nada. 

En mis manos levanto una tormenta 
de piedras, rayos y hachas estridentes 
sedienta de catástrofe y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes, 
quiero apartar la tierra parte a parte 
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte 
y besarte la noble calavera 
y desamordazarte y regresarte.

Y volverás a mi huerto y a mi higuera: 
por los altos andamios de mis flores 
pajareará tu alma colmenera 
de angelicales ceras y labores. 

Volverás al arrullo de las rejas 
de los enamorados labradores. 
Alegrarás la sombra de mis cejas, 
y tu sangre se irá a cada lado 
disputando tu novia y las abejas. 

Tu corazón, ya terciopelo ajado, 
llama a un campo de almendras espumosas 
mi avariciosa voz de enamorado. 

A las aladas almas de las rosas... 
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas, 
compañero del alma, compañero. 

(10 de enero de 1936)

                                        

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